Parece ser que en la Buenos Aires de Macri, pueden funcionar cómodamente prostíbulos y quioscos de drogas pero un comedor comunitario o un centro cultural que se ocupa de los jóvenes y chicos en situación de riesgo, solo merecen el desalojo aunque sea mediante palos y balas de goma de nuestra(?) obsecuente policía.
Es que los prostíbulos, los casinos, los espurios negocios inmobiliarios usurpando espacios públicos a los que nos tienen acostumbrados Macri y sus socios son rentables y merecen toda su protección. Los comedores comunitarios sólo se ocupan de pobres y desarrapados. ¿A quién puede convenirle?
Por eso compañeros, en esta ocasión debemos repudiar enfáticamente el accionar policial, cuyos integrantes parecen haber comprendido que los tiempos cambiaron o están a punto de cambiar.
Hagamos oír nuestra voces en apoyo a los compañeros del Alamo.
La compañera Evita nos enseñó que la lucha por la justicia y la equidad no puede terminar jamás.
Tengámoslo presente.
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