Que la ciudad de Buenos Aires padece deficiencias crónicas es una cuestión harto sabida. Y que los vecinos ya están hasta la coronilla de la pésima administración del actual gobierno también.
Es que el jefe de gobierno (con minúsculas para que se note el escarnio) está convencido que la ciudad es algo así como una de las empresas de Papá Franco, donde su carácter de hijo lo autorizaría a sancionar o premiar a quien se le de la gana, total la plata nunca saldrá de sus bolsillos.
Como si no le bastara el enfrentamiento que suele mantener este envejecido muchachito con docentes y autoridades escolares, en junio del 2008 no tuvo mejor idea que sancionar un Decreto 664 que establecía una escala de premios para los funcionarios (ministros, secretarios y directores) de hasta dos sueldos y medio. ¿A que no imaginan quiénes pagarían ese “incentivo?. Correcto. Acertó Usted, yo, todos nosotros.
Pero, como ya es habitual en don Mauricio, toma una decisión y si hay una repercusión negativa por parte de los vecinos, pues directamente da marcha atrás, el mentado decreto quedó en suspenso. Tal vez esperando que los ojos de la sociedad miren para otro lado para comenzar a aplicarlo.
Pero no es cuestión de quedar tan mal parado; por las dudas volvió a la carga con una nueva resolución (N° 47) donde también resuelve establecer un premio en dinero para los funcionarios que no ocupen cargos políticos, aunque el tope es de solo…dos sueldos! Aunque esta vez, parecen quedar excluidos los ministros y secretarios. Aquí también es bueno recordar que los directores de cualquier área, son cargos políticos pues no pertenecen a la carrera administrativa.
Por si algún lector tuviera dudas acerca del despropósito que esto implica, baste recordar que un sueldo de director general ronda los 9.000 $, lo que significaría al beneficiario una bonita suma cercana a los 18.000 pesos. ¿En concepto de qué? Pues, en el mejor de los casos de haber cumplido con el deber que su cargo le impone y por el cual la ciudad le abona su sueldo.
Aún hay otras consideraciones que deben hacerse: la verdadera gratificación a la que puede aspirar un funcionario de la administración pública designado políticamente, que esto son los premiados, es el reconocimiento de la sociedad y quizá de su propio espacio político. Si fuera un funcionario de carrera, la gratificación consiste en el reconocimiento de sus jefes y en los ascensos que puede lograr a través de su actuación durante años.
Quienes ingresan a la función pública enancados en sus relaciones de clase y aspiran a aumentar su patrimonio mediante dádivas y canonjías otorgadas por aquellos que, como Mauricio, hacen un pésimo uso del poder que les otorgó la ciudadanía, no sólo están malversando el capital que representan los votos, sino configurando una estafa. Pero es evidente que los socios del mafioso mayor no están en la función pública por vocación de servicio precisamente.
Por suerte, existen todavía ciudadanos honestos que serían excelentes funcionarios si tuvieran la oportunidad, pues para ellos, la mayor gratificación radica en el trabajo bien hecho y en el servicio que pueden prestar a sus vecinos. Pero claro, en esta época de Mauricio 1°, no son muchos los vecinos honestos que hayan concurrido a esos colegios de elite que suelen nombrar esos que integran la corte que acompaña al jefe. Entonces no es nada probable que algún honesto vaya a ser designado en algún cargo. Parafraseando la frase bíblica “ es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que un ciudadano honesto sea nombrado por Macri”
Gilgamesh
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